miércoles, 30 de diciembre de 2009

Pseudo ciencia del cafetal

Con motivo de la reciente cosecha, me permito explicar algunas características de la recolección del café.


Fisonomía del cafetal

Para empezar, es bueno ubicarnos en el lugar de trabajo. Un cafetal es un cultivo de café (Coffea arabica) que se divide en secciones o "cortes" y en los que hay ordenamientos de cafetos en filas o "calles". Estas calles pueden ser desde unas dos o tres matas solamente hasta cientos de metros, en fincas cafetaleras de zonas como Santa María de Dota o San Marcos de Tarrazú. Los cortes tienen nombre tales como "el corte de adentro", "el corte del potrero", "el corte de la quebrada", o "el corte de la peña", todos claramente nombrados de acuerdo a su ubicación.

Sin embargo la orientación de las calles varía según la región del país. Por ejemplo, si un corte está en una ladera, en el caso del Valle de Occidente (San Ramón, Naranjo...) las calles irán "subiendo", mientras que en la Zona de los Santos las calles estarán perpendiculares a la pendiente. Naturalmente, esta elección me parece mejor (con todo y opinión sesgada).

Cuando se llega al cafetal en la mañana lo usual es gritar ¡corte! para ver por donde van cogiendo y agarrar la siguiente calle para cogerla. Y así se va a punta de calles y calles, por días o semanas dependiendo de qué tan grande sea la finca, hasta terminar la cogida.

Atención que hay al menos tres tiempos de cogidas: la granea, que es cuando se cogen los primeros granos que se maduran pero que son los menos, proporcionalmente; la cogida principal, que es cuando ya alcanzó la madurez el café, aunque quedan algunos verdes; y la repela, que es cuando se recogen los últimos verdes que maduraron, y aquí hay que coger todo todo, dejar la mata limpia (se dice que si le quedan granos entonces no dará buena cosecha el otro año).

Convivencia con personas

El cafetal, aunque no lo parezca, es un espacio social. Especialmente cuando se trata de fincas familiares, siempre hay conversación entre matas, con los más variados temas. En ese sentido resulta un espacio productivo porque generalmente todas las partes se actualizan en temas de interés (chismes y noticias).

Las conversaciones son vivas y a grandes voces, e incluyen buenas carcajadas, chiles y rajonazos.

Pero no sólo se intercambian palabras en el cafetal. También se regalan naranjazos de un lado a otro. Esta, no es ni más ni menos que una de las razones gracias a las que para los chiquillos la cogida de café se hace soportable: las guerras de naranjas (las otras son: dormir debajo de un palo después de almorzar, hablar paja y cuando pagan). El detonante puede ser una broma con un grano de café, o algún comentario ácido que genera algún roce.

El asunto es que una vez que se armó, hay que poner el canasto al suelo e ir a esconderse y atrincherarse cerca de un palo de naranja bien cargadito o con buen material en el suelo. Los bandos se generan espontáneamente o por algún grado de afinidad entre los integrantes. Lo siguiente es asomarse, calcular y echar a volar el naranjazo.

La batalla termina cuando 1) a algún carajillo le cae un naranjazo en el ojo y se va llorando a lavárselo (si le cae a uno "grande" eso sólo agrava la pelea) ó 2) alguna mamá presente interviene llamando al (los) hijo(s) pero con un claro mensaje extensivo para todos.

Pero en general, mucho se habla en el cerco, eso es seguro.

Convivencia con animales

Las personas no somos los únicos miembros del reino Animalia en el cerco. También hay insectos, que interactúan con nosotros y a veces de manera molesta y dolorosa. La lista de insectos es extensa pero se destaca: gusanos, avispas, hormigas, arañas.

Dentro de los gusanos están los cipresillos y el gusano perico. Pasean entre las vandolas y hojas y con suerte si los tocamos la hortigada es buena y en el mejor (peor) de los casos la víctima termina en la casa con fiebre y vomitando.

Las avispas hacen nidos entre la mata de café y para el cogedor desprevenido es cuestión de... estar desprevenido para tener una buena colección de piquetes en la mano que tienen la mala consecuencia de que hinchan los dedos y dificultan el trabajo posterior.

Componente erótico

En el cafetal existe un componente erótico, pocas veces hecho explícito. Lo que sucede es que el cafetal nos agarra en plena pubertad, cosa que si las hormonas fueran abono habría mucho mejores cosechas. Y como las manos están ocupadas pero la cabeza no tanto, hay mucho espacio para pensar muchas cosas y en el caso de adolescentes y jóvenes resulta estimulante pensar en la chiquilla. O en el chiquillo.

Por estos motivos, abundan las escenas improbables en que de la nada aparece una muchacha y nos invita a perdernos en el cerco del otro lado. O en el que divagamos mentalmente (y fuera del cafetal por dicha) con fantasías de un cierto erotismo rudimentario (por las pocas referencias de que se dispone a esas edades, o por lo menos de que yo disponía) en situaciones también improbables.

La conversación del día anterior con la chavala se puede repensar y crearle finales alternativos, de los cuales un alto porcentaje terminan con una invitación a pasar al cuarto, un paseo por una catarata y una súbita consumida en una poza o con una perdida en medio cafetal (aquí no hay referencia cíclica, tan sólo es que el paisaje está lleno de cafetales).

No tengo referencias de las fantasías femeninas, pero no dudo que existan. Solamente que no puedo citar ejemplos. Pero el asunto es real, ya que según algunos autores (J. D. Abarca, D. Ríos) en el cafetal "se piensan tonterones".